A 23 años del TLCAN y lo que hoy se negocia.

Por Israel Quiñones. A 23 años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) México no ha tenido los grandes cambios prometidos por el equipo del entonces presidente Salinas de Gortari, sino todo lo contrario. Los índices de pobreza, desigualdad y desempleo no se han modificado mucho y con la debilidad del peso frente al dólar, el poder adquisitivo de los mexicanos ha sido brutalmente golpeado. Por si lo anterior fuese poco, el domingo terminó la primera ronda de las negociaciones para renovar el TLCAN y han quedado en el aire los principales conflictos a negociar, especialmente dos: el tema laboral y telecomunicaciones.

Se supone que la influencia del TLCAN en la economía mexicana debiera de ser en mejoría, sin embargo, ha ocurrido totalmente lo contrario. Mientras que el desarrollo industrial se centró en el norte del país y en el bajío, el centro quedo prácticamente igual y el sur, bueno, este quedo atrapado en el tiempo, con altos índices de pobreza y desempleo. Lo más preocupante de esto, es la situación que embarga a millones de ciudadanos mexicanos que sobreviven en la pobreza alimentaria, misma que va en aumento, al mismo tiempo en que la mayor parte de la riqueza del país se concentra sólo en el 1 por ciento de la población.

Las condiciones laborales también son un punto toral, ya que algunas industrias se han desarrollado satisfactoriamente y han generado un mejor nivel de vida, sin embargo, en la mayor parte del mercado laboral se han dejado caer los salarios, al punto de que los trabajadores mexicanos ganan menos que los trabajadores chinos, esto crea una desigualdad terrible entre la población, pero al parecer ese era el plan de las administraciones posteriores a 1994, contando a los ejecutivos panistas, ya que según los planes, esto logró atraer la inversión de muchas empresas norteamericanas y que estas se instalaran en nuestro país de planta.

La intención de igualar o mejorar el salario de los trabajadores mexicanos no es por generar mejores condiciones de vida o de disminuir la brecha de desigualdad social en nuestro país, sino que va más por el lado de la competitividad, es decir, que los negociadores del gobierno estadounidense quieren mantener a las empresas norteamericanas instaladas en su país, ya que al acrecentar los salarios de los trabajadores mexicanos, las empresas no encontraran ese “plus” en el abaratamiento de los procesos de producción y por ende, no sentirían la necesidad de migrar al sur y crear empleos con un costo de 4 dólares al día, asunto que en Canadá o Estados Unidos les cuesta un aproximado de 8 dólares la hora, lo que es una gran brecha salarial y por lo mismo, un gasto más en la elaboración de los productos, esto sin contar los costos de la logística para la distribución.

La situación que impera en la negociación es tensa y realmente no se ha podido llegar a nada, además de que la segunda ronda se llevará a cabo en México en el mes de septiembre y a finales de mes en Canadá. Pero ninguna de las dos naciones esperan la solución de las negociaciones trilaterales en su territorios respectivamente.

La administración mexicana no ha sabido como encontrar la solución del crucigrama que representa negociar con el equipo enviado por Trump y aunque este se encuentra en un momento de crisis por los disturbios raciales suscitados en su país el fin de semana anterior, el apoyo de sus votantes no está ni cerca de estar perdido. Por otro lado, Ottawa se encuentra en un momento en que puede llevar la batuta de la situación, ya que su apoyo es trascendental para cualquiera de sus otros dos socios comerciales y con el que quede bien le ayuda o en su defecto, puede quedar con relaciones bilaterales con ambos países de la región.

Por lo consiguiente, México necesita entender que su posición es privilegiada y esto le puede permitir negociar con libertad, aunque en la realidad, el equipo mexicano parece más dispuesto al entreguismo, pues denota una gran debilidad política ante sus vecinos del norte y un desinterés por ver mejorar la vida de sus ciudadanos. Casi con un dejo de arrogancia, los mexicanos parecen decididos a hacer lo que digan los estadounidenses y dejarse llevar por lo que diga el señor Trump a su equipo de negociación, esto con vista a no perder lo que sus intereses personales sientan más conveniente.

Además tenemos el capitulo en que las telecomunicaciones y todo lo que envuelven se están negociando también. La automatización del internet de las cosas, el comercio electrónico, las llamadas de larga distancia en redes fijas y móviles, todo eso que resulta ser del interés de los estadounidenses y especialmente de la transnacional AT&T, que gracias a la reforma en telecomunicaciones y radiodifusión en México decidió entrar al mercado de nuestro país con todas las ventajas otorgadas por el mismo gobierno mexicano y el regulador que el congreso creo en el 2013 y que hoy, resultó ser beneficiado con el fallo que la Suprema Corte dio a favor del amparo interpuesto por América Móvil en el tema de la interconexión cero, pero que de cierta manera, la transnacional se siente ofendida.

Nos encontramos en una posición vulnerable por el entreguismo y debilidad que los negociadores mexicanos demuestran en el campo de los hechos, la mejor opción sería el pedir que las negociaciones se suspendieran hasta después del 2018, pero es obvio que las utopías no se materializan.  @IsraelQDigital.

 

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