Algo de autocrítica

REFLEXIONES

Gabriel Páramo
@lavacadiablo

En general, el estudiante de periodismo sale muy mal preparado de escuelas y universidades en lo que se refiere a no adoptar mañas o manías, respecto a la realización de su trabajo diario.

De hecho, muchísimos profesores tienen una actitud derrotista, no se cansan de advertir que “así son las cosas”, que “es imposible escapar a la corrupción o a los mandatos de la línea editorial” y los nuevos reporteros creen, entonces, que no hay más camino que caer en los vicios que les enseñan los reporteros con experiencia.

Por otro lado, otros profesores han olvidado que la información es un derecho humano y siempre hablan de la necesidad de vender, de hacer atractivas y emocionantes las notas que se piensan para un público poco menos que idiota al que solo lo emocionan las cosas impactantes y que no merece que se le brinde contenido de calidad.

En escuelas y universidades, la discusión ética acerca de la misión del periodista es nula. Probablemente, en el aspecto técnico de la carrera, los egresados sí están bien preparados, pero no en los aspectos profundos de la profesión.

Para colmo, la mayoría de las escuelas de periodismo ponen como ejemplo de sus egresados a figuras mediáticas, “las que salen en la televisión”, “las que son famosas”, sin realmente tomar en cuenta sus verdaderos méritos profesionales y el servicio que estén prestando a la sociedad.

Sin embargo, es necesario aclarar que estoy hablando de generalidades. Algunos medios y muchas compañeras y compañeros periodistas están intentando hacer un periodismo profundo, de servicio, útil a la sociedad, y entre mis alumnos, cada vez más, muchos de ellos exigen que se les enseñen las herramientas necesarias para crear un periodismo de profundidad, de impacto social.

Afortunadamente, hay muchos ejemplos de ello.

 

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