Auditorio Nacional… 25 años de constante evolución

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Fotos: Cortesía Auditorio Nacional

Por: Auditorio Nacional

El Auditorio Nacional cumple 25 años de haber sido remodelado, para inaugurar una nueva época del espectáculo en vivo en México. Es ya un cuarto de siglo de actividades ininterrumpidas que refrendan el compromiso de este recinto con el arte y el entretenimiento, y de contribuir de manera decidida a que el público mexicano comenzara a tener citas puntuales con artistas nacionales e internacionales que avivan la emoción, el recuerdo y la expectación.

Desde su reapertura en 1991 hasta la fecha, el Auditorio Nacional ha convocado a más de 32 millones de espectadores, gracias a su amplia oferta de entretenimiento, pues da cabida a conciertos de todos los géneros musicales, danza, cine y ópera (tanto en vivo, como vía satélite), eventos políticos y de proyección social.

Tras esta remodelación, el foro capitalino se ha mantenido en constante evolución y adaptación para insertarse en la industria mundial del espectáculo. Muestra de ello es que desde hace más de una década el Auditorio Nacional ha permanecido en los primeros cinco lugares de ocupación entre los teatros de su tipo y capacidad, de acuerdo a publicaciones como Pollstar y Billboard.

Apenas en julio pasado, con 545 mil 897 boletos desplazados, el foro mexicano fue reconocido como el teatro que vendió más boletos en el mundo durante la primera mitad del 2016, de acuerdo al ranking publicado en la más reciente edición de la revista Pollstar.

Así, el escenario mexicano encabezó por tercer año consecutivo la lista emitida por esta revista especializada en la industria del espectáculo internacional, lo cual significa que superó a recintos emblemáticos de todo el orbe, como el Royal Albert Hall, de Londres; el Fox Theatre, de Atlanta y The Colosseum At Caesars Palace, de Las Vegas.

Asimismo, el Auditorio Nacional ha obtenido dos premios internacionales: el Pollstar Award como mejor teatro en su categoría (2002) y el Billboard Touring Award (2007) como Mejor recinto del año, por sus ingresos en taquilla, número de espectáculos y días de ocupación.

Con un aforo total de 9 mil 810 personas, el promedio de asistencia anual al Auditorio Nacional es de 1.8 millones de personas y su ritmo de operación promedio es de 5.2 días a la semana, equivalente a tener una actividad diaria de lunes a sábado durante las 52 semanas del año.

De escenario para exhibiciones ecuestres, a recinto de nivel internacional

Los orígenes del Auditorio tienen que ver más con el deporte que con la cultura. En 1948, el equipo ecuestre nacional realizó un brillante papel que en los Juegos Olímpicos celebrados en Londres y su capitán, Humberto Mariles, se convirtió en una celebridad mundial al recibir el Premio de las Naciones.

A manera de homenaje y para estimular la práctica de ese deporte, el entonces presidente Miguel Alemán donó un terreno que formaba parte del Campo Marte, para que se construyera un espacio techado donde se efectuasen exhibiciones ecuestres, entre otras actividades.

Bautizado primero como Auditorio Municipal, durante casi cuatro décadas acogió conciertos, funciones teatrales y de danza, óperas, conjuntos corales, funciones de cine, competencias deportivas, convenciones, exposiciones industriales y artísticas, así como actos políticos. En 1952 fue considerado como “obra de titanes”, pero al paso de los años comenzó a padecer un alto grado de deterioro.

En la década de los 80 mostraba un enorme rezago, en comparación con las demandas del mundo del espectáculo en vivo y con lo que la audiencia solicitaba: la visibilidad y la acústica dejaban mucho que desear, se carecía de servicios sanitarios eficientes y los espacios estaban lejos de cumplir con los reglamentos de seguridad vigentes.

Descuidado, deteriorado y disfuncional, a fines de los años 80 el inmueble resultaba una carga para la administración pública. “El edificio más feo de México en la mejor esquina del país”, lo llamó el arquitecto Teodoro González de León. Pero su destino, el de la ciudad y el de la cultura nacional, cambiarían a raíz de su recuperación, anunciada oficialmente en diciembre de 1989.

Las autoridades del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y del entonces Departamento del Distrito Federal (DDF) invitaron a los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky a dirigir las obras.

El martes 23 de enero de 1990, en conferencia de prensa, autoridades del INBA dieron a conocer detalles de la remodelación encargada a los dos arquitectos, quienes consideraban que el inmueble tenía una estructura antigua estupenda, la cual respetaron íntegramente porque desde el punto de vista plástico era relevante.

Las dimensiones del cambio

La obra consideró agrandar el escenario a más del doble (actualmente tiene 23 metros de altura del piso a la parrilla; la sala tiene cerca de 27 metros de altura en su interior; 23.70 metros de ancho de proscenio y 12.88 metros del telón de boca al ciclorama, por lo que hasta la pared del fondo, son 15 metros), y se le dotó de un foso que puede contener hasta 100 músicos y bajarse o elevarse hasta dos metros, con respecto al nivel del escenario, por medio de un control electromecánico.

Además, se construyó la tramoya, que no existía en la antigua estructura, así como un espacio de backstage, y se crearon andenes laterales para poder hacer cambios rápidos de escenografías.

Al final, luego de 18 meses de trabajo realizado sobre 30 mil metros cuadrados que respetó la antigua estructura del Auditorio, emergió un edificio único, capaz de satisfacer cualquier requerimiento de la industria del entretenimiento.

“Construimos una obra moderna, porque usamos las formas constructivas. El espíritu y la exaltación de las formas de la construcción, que es la poética más primitiva del movimiento moderno”, expresó el arquitecto González de León.

En septiembre de 1991 el recinto mostraba su nueva cara: una gigantesca mesa de concreto color beige; foyer recubierto con un techo transparente de 3 mil 500 metros cuadrados de superficie y una enorme reja verde olivo, que atraen la vista del automovilista o del transeúnte que recorre esa porción de Paseo de la Reforma, señaló la prensa.

Posee el escenario frontal y techado más grande del mundo

La remodelación convirtió al Auditorio Nacional en un centro de espectáculos único en su género (con el escenario frontal y techado que quizá sea el más grande del mundo, a diferencia de arenas, anfiteatros y estadios), con cupo para 9 mil 810 butacas y más comodidades que las de un teatro común, con una isóptica admirable, una acústica y sistema de audio fuera de serie, y un excelente diseño de iluminación y mecánica teatral. Además, con la rara cualidad de poder mantener, a pesar de su tamaño, un ambiente de intimidad alabado por muchos artistas que se han presentado en él.

El 6 de septiembre de 1991 informaron los rotativos: “Renovado y ahora en calidad del mejor foro de su tipo en el mundo, el Auditorio Nacional será reinaugurado hoy”. La obra estaba terminada. La construcción destacaba por su magnificencia, presentaba un estilo arquitectónico único y abría sus puertas nuevamente a la pluralidad de la cultura y las artes.

Se preparó entonces un programa inaugural acorde con el lugar. Para un gran escenario, una gran obra: la cantata escénica de Carl Orff, Carmina Burana, con la Compañía Nacional de Danza dirigida por Carlos López Magallón; la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, bajo la batuta de Enrique Barrios y el coro del Teatro de Bellas Artes, con Jesús Macías al frente.

Se reunieron 10 mil personas para atestiguar el comienzo de una nueva etapa para este recinto y también para la industria del espectáculo. Desde ese año, con el Auditorio Nacional a la cabeza -por su renovada infraestructura, destinada a ofrecer las mejores condiciones a los artistas y al público-, México comenzó a inscribirse gradualmente en las agendas de agrupaciones y solistas de prestigio internacional. Con esta etapa del recinto comenzó el siglo 21 del mundo del espectáculo en México.

Escenario para artistas nacionales e internacionales

El Auditorio Nacional ha presentado en su escenario, desde 1991, a muy diversos artistas. Con su reinauguración, muchos nombres míticos aparecieron en las carteleras mexicanas.

Entre las figuras internacionales de habla inglesa que han pisado este escenario están Bon Jovi, Deep Purple, Chicago, Sting, Elton John, Rod Stewart, Franz Ferdinand, Morrissey, Peter Gabriel, The Eagles, Wynton Marsalis, Chick Corea, Diana Krall, Chuck Berry, B.B. King, Ray Charles, Paul Simon, Alanis Morissette, Liza Minnelli, Cold Play, Bob Dylan, Foreigner, Robert Plant y Lou Reed.

También ha figurado talento de habla hispana como Miguel Ríos, Mecano, Hombres G, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Los Fabulosos Cadillacs, Miguel Bosé, Les Luthiers, Celia Cruz, Ricardo Arjona, Chayanne, Ricky Martin, Plácido Domingo, Paco de Lucía, Raphael, Rocío Dúrcal, Diego El Cigala, Roberto Carlos, Buena Vista Social Club, Enrique Bunbury, Marc Anthony, Chavela Vargas, José Carreras, Pablo Milanés, Mercedes Sosa, Julio y Enrique Iglesias.

Por este escenario han desfilado también estrellas nacionales como Juan Gabriel, Luis Miguel, Vicente y Alejandro Fernández, Joan Sebastian, Marco Antonio Muñiz, Alejandra Guzmán, Marco Antonio Solís, Café Tacvba, Maná, Caifanes, El Tri, José José y Antonio Aguilar. Tampoco han faltado leyendas de las artes escénicas como Marcel Marceau, Mijaíl Barýshnikov y David Copperfield. Grandes orquestas del mundo han ofrecido también actuaciones en el magno escenario, como la Filarmónica de Londres, la Filarmónica de Viena, La Philharmonia Orchestra de Londres y la Orquesta Mariinsky.

Con sus innovaciones y propuestas, el Auditorio Nacional ha sido un detonante para que la sociedad se vuelque hacia distintas propuestas de entretenimiento. De igual manera es un espacio abierto a los promotores y empresarios interesados en ampliar la oferta cultural de la Ciudad de México. Hoy, con más y mejores recintos en nuestro país, el Auditorio Nacional es referencia y escala obligada para grandes figuras del espectáculo nacionales e internacionales.

Un factor fundamental para el buen funcionamiento del Auditorio Nacional es su modelo administrativo: un fideicomiso tripartito, constituido por el Gobierno Federal, el Gobierno de la Ciudad de México y por la iniciativa privada.

Tras 25 años de trabajo constante, la lección que deja el Auditorio Nacional es que el entorno en que se presentan las estrellas influye poderosamente en el ánimo del público. Si se ofrecen confort, instalaciones prácticas y trato amable, el público participa activamente para que impere la civilidad en una reunión masiva. Ese aspecto y la programación regular de conciertos han contribuido a crear una cultura en la que es posible dosificar los eventos extraordinarios, para atender a una sociedad que se distingue por plural.

 

Enrique Cárdenas207 Posts

Fundador de Reforma y de exitosas páginas online de los medios El Universal, Televisa y Excélsior. Pionero en el periodismo digital.

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