Caleidoscopio/ ¿Nuevo PRI?, viejas prácticas

Guillermina Gómora Ordóñez
@guillegomora

Ahora sí se armó la de Dios es Cristo en el Revolucionario Institucional por el dedazo que
impuso a Enrique Ochoa Reza, ex director de CFE, como nuevo dirigente nacional del PRI.  Una
vez más, se confirmó que lo de la “sana distancia” entre Los Pinos y Buenavista es un mito
genial.

Las tribus tricolores, sí, también aquí hay tribus, están que no se la creen, pues le apostaban a
otros candidatos y ¡oh, sorpresa! Luis Videgaray, los rebasó con un cambió de luces que nadie
vio venir, en la carrera por la sucesión presidencial.

Se lo digo, porque el jueves pasado, cuando saltó el “borrego informativo”, consulté con
algunos priistas de diferentes grupos y todos lo negaban e incluso lo consideraban “imposible”,
pues aseguraban que incumplía con los requisitos de militancia y de haber tenido un cargo de
representación popular. El primero ya quedó resuelto, el segundo, pues se harán de la vista
gorda.

El PRI, en su peor momento político, va por el séptimo dirigente de 2011 a la fecha, tome nota:
Humberto Moreira; Pedro Joaquín Coldwell; Cristina Díaz, César Camacho, Manlio Fabio
Beltrones y Carolina Monroy. El cabalístico 7, tendrá la encomienda de retener al Estado de
México, Coahuila y Nayarit que habrán de renovar sus gubernaturas en el 2017.

La gran interrogante para Enrique Ochoa Reza, es si contará con el apoyo de las “dinotribus”,
hasta el 2019. Al experimentado Manlio Fabio Beltrones, las “tecnotribus”, a las que pertenece
Ochoa, le cortaron las alas. Las intrigas palaciegas provocaron “el tropiezo electoral” del PRI el
pasado 5 de junio y hoy está fuera del juego por la silla del 2018.

En la guerra por la sucesión, autorizada por el inquilino de Los Pinos, Enrique Peña Nieto, todo
se vale. Sotto voce, los priistas revolucionarios comentan quienes operaron la derrota de
Manlio, sin importar las consecuencias para el partido. Les duele la traición. No existe la
pregonada unidad y disciplina, sólo está en los discursos, al igual que la renovación.

El “dedazo” de Enrique Ochoa Reza, de 43 años, con flamantes cartas académicas, evidencia
que el PRI no cambia y mantiene sus viejas prácticas. Una muestra de ello es el “espaldarazo”
que le dieron  las fuerzas vivas del partido,  los sectores obrero, popular y campesino, antes de
su registro oficial.  Confirmando que no se trata de una elección sino de una imposición, pues
no habrá más candidatos.

La advertencia de Manlio Fabio Beltrones en su último discurso como dirigente tricolor, se la
llevó el viento: “El PRI debe ser un partido más funcional, mejor articulado y más abierto;
debemos recuperar la educación política y la formación de cuadros dirigentes, desde el
seccional hasta el comité ejecutivo nacional; requerimos discutir el entrelazamiento entre las
organizaciones, los sectores y los militantes con nuestros simpatizantes y con la ciudadanía en
general”.

¿Educación política? ¿Entrelazamiento con la ciudadanía? No. Ahora lo que importa es la
unción del alfil de Luis Videgaray, el próximo sábado 16, tomar el control del partido. Aunque
levanten las cejas por los rumbos de Bucareli y los priistas revolucionarios estén que se los lleva
el tren. Como en el 2000 y 2006, los tecnócratas les ganan la batalla a los políticos.

¿Habrá operación cicatriz después? El primer priista del país, Enrique Peña, no necesita otro
frente abierto. Le vendría bien leer la entrevista que dio su homóloga chilena, Michel Bachelet
al diario español El País, donde afirma: “Tengo la impresión de que la crisis de la política es
universal. En Europa y América Latina, los partidos tenemos que replantearnos todo. La
globalización ha aumentado las desigualdades”, dijo.

En efecto, la inequidad está provocando inestabilidad social. México vive tiempos complicados
en diversos frentes, ahí está el problema magisterial que se transformó  en un problema social
y demanda oficio político (entendiendo éste como el arte de lo real y lo posible) para evitar la
abrogación de la Reforma Educativa, necesaria para el país, pero mal diseñada y peor
comunicada por funcionarios ajenos a la realidad nacional.

Así las cosas, el PRI se juega está semana, no sólo la endeble unidad y disciplina tricolor, coloca
en la guillotina la poca credibilidad y confianza ciudadana entre su militancia, que el pasado 5
de junio les mandó un contundente mensaje de hartazgo a sus viejas prácticas como el dedazo
en todas sus presentaciones.

Ignorar la voz de su militancia y de los electores, persistir en la mascarada de la renovación,
puede derivar, dicen los políticos de cepa del tricolor, en una refundación del partido aunque
tengan que entregar la presidencia en el 2018. ¡Órale!  A ver si es cierto.

Vericuentos

La verdad no peca pero….

Fuerte y claro habló el coordinador de la bancada perredista en el Senado, Luis Miguel
Barbosa, al calificar de “caducas”, las formas en que el PRD y el PRI renovarán sus dirigencias
nacionales. Afirmó que: “no interesan a la sociedad, nada aportan a la democracia, ni a sus
partidos… son formas representativas y arcaicas de la cultura política mexicana, circunstancias
que ejemplifican el momento que viven estos dos partidos y cómo encaran los procesos
electorales locales de 2017 y las elecciones federales de 2018”. ¡Chispas!

 

Guillermina Gómora Ordóñez39 Posts

Periodista y columnista, comentarista de temas sociopolíticos en MVS noticias y conferencista.

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