El camino por el poder apenas comienza, sin apoyo popular, es imposible

Por Israel Quiñones.

Y si, sucedió… López Obrador ganó la elección más grande de la historia de México y esto provocó la algarabía de la población, el festejo espontaneo de la sociedad, tal y como si se hubiese tratado de un partido de fútbol ganado por la selección o algún otro evento deportivo de trascendencia internacional, pero se trató de la unificación de un pueblo con su nuevo líder, pareciera que se tratase de la recomposición del pacto social.

Si bien es cierto que se ganó la primera parte de la lucha de la izquierda, también se trata de entender el reto que se tiene, es decir, que la reconciliación no será sencilla, la actual administración le entrega a López Obrador un país en llamas, inundado de corrupción y violencia, de enojo y enfado crónico, por lo que, la reconstrucción de México no será fácil.

Es prudente notar que las consecuencias del triunfo son severas y cruentas, entendiendo que la reconstrucción y remodelación del modelo político nacional no será cosa de uno o tres años, sabiendo que el modelo neoliberal no se quedará de brazos cruzados e intentará reposicionarse filtrándose por donde encuentre un recoveco institucional o en su defecto, la imposición constitucional que son heredadas con las reformas peñanietistas.

Las reformas aprobadas durante este periodo, se pensaban incrustar y ejecutar tal y como si se tratara de la panacea de la historia política del país, empero, el fracaso inminente de la visión tecnócrata neoliberal, rompieron con las expectativas gubernamentales y requisaron el poder económico de la población, así como, la completa ruptura del pacto social, por lo que, la intentona de reformar la constitución y la vida pública, económica y social de México fue un rotundo fracaso.

Sin embargo, la campaña que acaba de terminar, dio como resultado la elección de Morena en todos los ámbitos de gobierno, es decir, el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, arrasó el primero de julio, convirtiéndose en la primera fuerza política del país y con ello, una particularidad que no tenía un gobernante en el país desde hace décadas.

Las condiciones están favorables en todos los sentidos para que López Obrador realice un gobierno en el que se cumplan todas las iniciativas que mande al congreso de la unión, aunado también al hecho de que, en los estados de la federación, Morena ganó más de 17 congresos locales, lo que también le da impulso para concretar reformas constitucionales.

La fuerza popular con la que llega AMLO al gobierno, se convierte en un factor determinante para que se pueda concretar una gobernabilidad completa, además, la corresponsabilidad legislativa que conlleva la mayoría en las cámaras puede darle para cambiar las reformas del gobierno que está por terminar y, ahora si, entrar a un periodo reformista que cumpla con las propuestas realizadas por el virtual ganador de las elecciones presidenciales.

El desgaste de la todavía próxima presidencia de López Obrador ha comenzado. Con declaraciones de sus colaboradores más cercano, tal y como es el caso de Urzúa, quien ocupara la secretaria de hacienda, aseverando que, la gasolina no bajara y que subirá en caso de que la inflación así lo requiera. También en el sector de las telecomunicaciones en el que, Abel Hibert, encargado del tema junto a Jiménez Espriu, mismo que esta nominado para la secretaria de comunicaciones y transportes, han declarado que seguirán por la misma línea que el IFT ha tomado en relación al desarrollo de las telecomunicaciones.

No podemos negar que este pragmatismo adoptado por el ganador de las elecciones del pasado primero de julio, ha atraído hacia consigo, un grupo de neoliberales puros que le ayudaron a suavizar su llegada al poder. Lo anterior, nos lleva a pensar que dentro del gabinete lopezobradorista, habrá confrontaciones y fuertes debates por encontrar un rumbo ideológico y político de este gobierno, sin contar a los seguidores más radicales del movimiento encabezado por el tabasqueño, tal y como lo pueden ser: Paco Ignacio Taibo II, John Ackerman, Díaz Polanco, entre otros viejos militantes de la izquierda tradicional mexicana.

Después de la victoria, este 3 de julio pasado, Andrés Manuel sostuvo una reunión con Enrique Peña Nieto, esto, con el propósito de acordar una transición en paz, asunto que no ha dejado contento a nadie, por lo que se intuye una corta luna de miel, pero de que este encuentro era necesario, lo era.

La problemática que ronda en México es amplia y de muy diversas condiciones, para la solución de estas condiciones heredadas en su mayoría por los 2 anteriores gobiernos y el que esta por terminar, se necesita de una coyuntura social y democrática de grandes proporciones, por lo que, la cooperación de las organizaciones sociales con el nuevo gobierno entrante debe ser determinante para el futuro del país. Es por lo que López Obrador, debe magnificar la participación de los líderes sociales en su proyecto de nación y ser inclusivo con ellos, quizá más que con los empresarios.

El descontento de la sociedad hacia con las políticas empleadas por la actual administración, fue la mayor causal del torbellino electoral que significó para Morena el triunfo en la pasada elección y, si esta parte no es entendida así, estaremos ante una descomposición del pragmatismo político que se quiere llevar a cabo en el inicio del lopezobradorismo en el poder a pesar, de su empoderamiento legislativo, ya que, si llega a perder la aprobación popular que ha acumulado durante su periodo de campaña, podría tener dificultades para emprender cualquier proyecto político pensado para esta administración.

Ante las nuevas condiciones de país, lo menos probable del centro izquierda encabezada por Andrés Manuel López Obrador, es un acercamiento real al populismo bolivariano de Chávez. Empezando por un punto relevante, pero poco mencionado por los intelectuales órganicos: AMLO no es militar, ni líder sindical. Lula Da Silva y Evo Morales, pertenecían al movimiento sindical y Chávez en Venezuela, era militar de carrera. Es decir, las pretensiones y luchas políticas de López Obrador no concuerdan con las realizadas y emprendidas por los grandes líderes del populismo latinoamericano; sin embargo, el posicionamiento de la izquierda, si es un enlace innegable con el cono sur.

El camino de AMLO para alcanzar la presidencia ha sido largo y complejo, pero el alcanzar la máxima magistratura de México, no le garantiza que haya alcanzado el poder, esta es otra lucha que deberá emprender tan pronto y tome protesta.

@IsraelQDigital

 

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