El derecho de las audiencias que no le importó al legislativo.

Por Israel Quiñones.

El pasado jueves 26 de octubre, mientras que la mayoría estábamos sorprendidos por la noticia que anunciaba la salida de Azcarraga de la dirección de Televisa, en el senado de la República se reafirmaba la llamada “Ley Televisa-Döring. Esto fue a favor de disminuir el derecho de las audiencias, además, de quitarle autonomía al Instituto Federal de Telecomunicaciones, mismo que, cuando se trata de radiodifusión, complace y guarda silencio a favor de los concesionarios del rubro, pero en telecomunicaciones, endurece su postura, eso si, a favor de los mismos concesionarios de la radiodifusión y, agrega a las transnacionales más fuertes del mundo.

El tema de los derechos de las audiencias no es cosa menor, ya que, se trata de la posibilidad de crear contenidos engañosos, esto, para establecer mejores posibilidades de ganancias para los concesionarios de las televisoras y radiodifusoras; es decir, se trata de la incrustación de mensajes pagados a favor de particulares o partidos políticos y, es curioso que esta contrarreforma se de, cuando estamos por comenzar la parte más intensa del proceso electoral para la renovación de la presidencia de la república y, gubernaturas, así como, otros cargos públicos de elección popular.

Según organizaciones como Observatel y AMDA, éste proyecto de decreto, formaliza la falta de facultades que el IFT puede tener para sancionar la violación al derecho de las audiencias y, le deja la responsabilidad a los códigos de ética de los propios medios, es decir, se trata de que cada cual se autorregule, basándose en la bandera de la libertad de expresión, pero la actuación en el senado no es tan noble, ya que, al final del día, todo se trata de ingresos a las arcas de los concesionarios de la radiodifusión.

La modificación en la regulación impacta sobre todo, a los contenidos noticiosos de los medios, ratificando el interés que existe por parte de los partidos, candidatos y medios, de poder exponer sus plataformas, opiniones y campañas más allá de los tiempos oficieales que el mismo INE ya ha establecido.

La cuestión aquí, es la de cuestionar el empoderamiento del que todavía gozan los concesionarios de radiodifusión mexicanos en los órganos de gobierno, así como, la flagrante violación a los derechos de los mexicanos de contar con contenidos de comunicación más acordes a la realidad que estamos pasando como nación; sin embargo, la posibilidad de modificar el mercado de las telecomunicaciones es complicada y, en un mercado como este, que realmente tiene un impacto benéfico para el desarrollo de la economía nacional no se generen condiciones de igualdad, así como, su aporte al Producto Interno Bruto nacional, aspecto que los medios de comunicación tradicionales no ofertan, ya que, se trata de una economía sin producción, es decir, no produce nada palpable, sino que, se trata de la producción de contenidos para entretenimiento o en su caso, de información, pero que está modificación a la Ley, implica que la información en los medios como televisión o radio, seguirá siendo poco fiable.

En el mercado de las telecomunicaciones, el IFT se ha mostrado implacable y, se podría decir que hasta autoritario. Muy por el contrario, en el ramo de la radiodifusión, en el que permite tropelías en contra de las audiencias. Además, en telecomunicaciones la vulneración al derecho de los trabajadores es flagrante, aspecto por el que se continúa con una negociación en la Secretaria del Trabajo entre el Sindicato de Telefonistas y Telmex, empresa de Carlos Slim y parte de América Móvil, empresa a la que si se le aplican las reglas asimétricas con dureza e inflexibilidad, caso contrario de lo que ocurre con el Agente Económico Preponderante en el mercado de Radiodifusión.

Es necesario comprender que la necesidad de la clase política por mantener como medio hegemónico a la televisión, puede basarse en el modelo vertical del medio, es decir, que la audiencia sólo puede quedarse a escuchar lo que el locutor o emisor del mensaje aporta por medio de la pantalla, por el contrario, en la internet, el modelo se transforma a uno horizontal, es lo mismo que una interacción inmediata con el emisor, por lo que el mensaje es interactivo. Sí el medio es el mensaje, tal y como lo afirmaba McLuhan, hoy en las redes, nosotros somos el medio y por ende, el mensaje. La facilidad con la que se puede emitir un mensaje por la redes sociales, se ha convertido en una amenaza flagrante para los medios tradicionales, pero también, para la clase política nacional.

La necesidad de interactuar con las audiencias, ha llevado a medios como Televisa a incursionar en las redes con muy malos resultados; tal es el caso de la plataforma digital u OTT de la televisora de Chapultepec “Blim”. Dicha plataforma no ha podido despegar, esto se debe a que cambian la forma de emitir (de aire a la red), pero con los mismos contenidos que las audiencias ya no quieren ver, puesto que la oferta en la red es mucho más amplia y con una calidad superior.

Por otro lado, vemos que Televisa también ha incursionado en la red, pero en el formato noticioso, esto queda reflejado en la adquisición del portal SDPnoticias por parte de Televisa y, aunque dejan que los anteriores dueños (Federico Arreola, fundador de Milenio y su familia) continúen con la dirección del portal, lo que es cierto, es que la presencia de Televisa quiere comenzar una migración por medio de plataformas distintas al modelo que parece ya agotado.

La migración de medios tradicionales a la red se ha convertido en una necesidad de los mismos y, aunque se trata de un paso natural de complementación de la comunicación en la era digital, los grandes consorcios de la comunicación en México, no han terminado de entender la dinámica de las redes digitales y, la complejidad que estas reflejan al momento de generar interacción. Es posible que, la defensoría de las audiencias no alcance a generar mecanismos de difusión y contenidos de calidad, pero las redes si.

La calidad de los contenidos televisivos en nuestro país no ha evolucionado en décadas, asunto, que las plataformas de internet entendieron casi de inmediato, puesto que, la producción de los contenidos de plataformas como Netflix o de creadores independientes en youtube y Facebook, entendieron e implementaron a favor de las audiencias; sin embargo, es innegable la presencia de entidades o perfiles generados por gobiernos o grandes corporativos, ya que, de está forma intentan degenerar o desprestigiar las producciones y, la generación de contenidos web.

Sin duda alguna, nos encontramos en un momento clave de la comunicación y, aunque el legislativo mexicano se resista férreamente a que éste fenómeno de la comunicación digital es una realidad, las plataformas interactivas continuarán creciendo, quizá no sustituyan jamás a la televisión; sin embargo, la pelea ya es una realidad que, ni la violación a la Ley que el mismo legislativo creó, puede frenar.

@IsraelQDigital

 

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