Érick Lobo
@ErickLobo

Muchos esperaban que luego del triunfo del candidato republicano, Donald Trump, en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, se daría una verdadera catástrofe en el mundo financiero. Sucedió todo lo contrario. Observamos nuevos máximos en la Bolsa de Valores de Nueva York, así como en buena parte de los países de Europa occidental.

Esto se debe principalmente a que los mercados coinciden en ver como positiva, lo que será la reforma fiscal que se desarrollará apenas entre en ejercicio la nueva administración el día 20 de enero de 2017. Política que tiene mucho parecido a la implementada por el presidente republicano, Ronald Reagan, a inicios de la década de los ochenta y que se conoció como Reaganomics. Podemos entonces anticipar desde ya una política fiscal expansiva en la Unión Americana para los próximos 4 años.

¿Cuáles serían las principales medidas del nuevo mandatario estadounidense en materia fiscal? En primer lugar, veremos una disminución de las tasas marginales de impuestos para las personas físicas, así como una reducción de impuestos corporativos de 35% a 15 por ciento.

En segundo lugar, un timbre fiscal que permitirá a las empresas traer de regreso miles de millones de dólares que tienen estacionados en el exterior con impuestos de 10% a cambio de que inviertan en Estados Unidos. Todo esto permitirá darle un mayor dinamismo y crecimiento a la economía, aunado a elevados niveles de inversión, dándole de esta forma más oxígeno al aparato productivo en general.

Por otro lado, como un factor adicional a la política fiscal expansiva se tienen previstos por un lado, un plan de infraestructura agresivo que estará rondando por el orden de los 550 billones de dólares; de hecho la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles, en sus diagnósticos estiman que las infraestructuras en el vecino país van a necesitar una inversión aproximada de 1.44 billones de dólares entre los años 2016 y 2025; por el otro lado, se pretenden desarrollar intensas medidas de desregulación en materia laboral y de defensa del consumidor para favorecer principalmente a las Pymes.

Todo lo anterior indica que al menos en el papel, la nueva administración Trump buscará desarrollar una economía más liberal hacia el interior de Estados Unidos, pero más proteccionista de cara al exterior.