La huelga que reventó la izquierda.

 

Israel Quiñones. La base que el periodismo critico mantiene es eso: la critica libre a esos aspectos relevantes que influyen en la vida publica. En estos momentos se libra uno de los conflictos más complejos en el periodismo nacional y me refiero al que viven el periódico La Jornada y el Sindicato Independiente de Trabajadores de La Jornada (SITRAJOR).

Hay distintas aristas desde las que se puede abordar este conflicto laboral, mismo que se ha politizado demasiado, pero aún más en el marco de la izquierda mexicana, pues el diario en cuestión es de corte progresista y fue fundado bajo los principios de la libertad de expresión y de decir lo que otros han callado por conveniencias políticas, pero sobre todo, por quedar bien con los patrocinadores o los actores políticos.

El conflicto laboral que hoy envuelve al rotativo es por una crisis económica del mismo, asunto que ya venía acrecentándose y que según la dirección y accionistas de La Jornada ha causado que el mantenimiento del Contrato Colectivo de Trabajo que se mantiene con el SITRAJOR sea incosteable, sin embargo, a pesar de esto, las prestaciones de los trabajadores, gremio que incluye a reporteros, aseadores y demás trabajadores del periódico, se solidarizó con el rotativo asumiendo el costo de la rebaja de sus prestaciones de más del 50%. Esto viene ocurriendo desde enero de este año.

La realidad es que la ideología y la solidaridad con las causas periodísticas y políticas no dan de comer, ni subsidian el transporte, ni pagan la escuela de los niños y esto desencadeno una serie de eventos desafortunados que el pasado 30 de junio se tradujo en el estallamiento de la huelga, misma que fue votada por la base trabajadora y si bien es cierto que no todos estaban a favor del paro, según la Secretaria General del SITRAJOR, más del 60 por ciento de los trabajadores si la aprobaron y es por ello que se dio la huelga.

La parte trágica de este asunto radica en la división que causó el mal manejo de la crisis por parte de periodistas, escritores, redactores y accionistas del periódico. No era necesaria la denostación en contra de los trabajadores que día con día hacen posible que este diario llegue a las manos de los lectores, sin embargo, denostaciones como las emitidas por el monero Rafael Barajas “El Fisgón”, critico acido de la derecha neoliberal mexicana o las denostaciones feroces de Paco Ignacio Taibo II, historiador y periodista magnifico, llamando a los lectores a reventar la huelga al más puro estilo de los Rokefeler en los años 20 en Estados Unidos y que estos enfrentaran a los huelguistas de manera frontal.

Ahora resulta que los emergidos de los movimientos de la izquierda mexicana, que los participantes en las protestas en contra de la represión al periodismo, se enfocaron en denostar, atacar y criticar a la lucha de los trabajadores por sus derechos. ¿Qué no se supone que la izquierda lucha por la igualdad y las conquistas sindicales? La verdad es que ya no entendí cómo es que estos “luchadores y líderes sociales se volcaron en contra de la lucha legitima de clases… Ahora resulta que los otrora revolucionarios del sistema les gustó tener sueldos superiores a los 90 mil pesos mensuales, pues eso es lo que reciben algunos trabajadores de confianza del rotativo y no digo que no se lo merezcan, pero ¿qué no se trataba de ser solidarios con la sobrevivencia del periódico?

No faltaron los buitres que se deleitaron con este conflicto, no faltaron los aplaudidores que se burlaron del dolor de La Jornada, sin embargo y lo digo con dolor, los que más promovieron el acercamiento de los zopilotes fueron los mismos que dicen defender las causas sociales y darle voz a los sin voz. La postura más conciliadora y sabia fue la del maestro Magú… Aprendamos de los grandes.

@IsraelQDigital

 

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