La fachada de una democracia

Carolina Zepeda
@carozpeda

Parece que cada día México se aleja más de la libertad de expresión. Vivimos en una supuesta “democracia”. Digo supuesta, porque se supone (vaya redundancia) que la libertad de expresión es un elemento fundamental de un sistema democrático. Es sencillo, sin libertad de expresión, no hay democracia.

El pasado 28 de octubre se dio a conocer la resolución del juicio, comenzado por el director de MVS, Joaquín Vargas Guajardo, quien demandó a la periodista Carmen Aristegui por “daño moral”. Vargas buscaba eliminar el prólogo del libro La Casa Blanca de Peña Nieto, la historia que cimbró un gobierno. El juez Odilón Centeno Rendón, declaró la sentencia en contra de Aristegui por “excederse en su libertad de expresión y de información, causando un daño a los derechos de personalidad, honor y prestigio”. La periodista deberá publicar en dicho libro, “un extracto significativo de la sentencia en las siguientes ediciones, como una medida de reparación de daños al empresario” (Artículo19).

No es novedad que se atente contra la libertad de expresión de los mexicanos, es más, me atrevería a decir que es algo que sucede diariamente. A veces son amenazas, a veces son juicios y en muchas ocasiones son homicidios parte de las medidas que se llevan a cabo para silenciar a periodistas y activistas que buscan justicia y poder ejercer la libertad de expresión a la que todos tenemos derecho por vivir bajo una “democracia”.

Otro supuesto de la democracia es que los jueces y servidores públicos se guían por el principio pro-persona, es decir, que buscan principalmente defender los derechos humanos de los ciudadanos.

Cada día es más frecuente que se recurra a las demandas por “daño moral” para silenciar la opinión pública.

La corrupción no tiene límite en este país, ni siquiera los organismos y las instancias de gobierno que suponen proteger los derechos que tenemos constitucionalmente como ciudadanos, lo hacen. Con censura no hay libertad de expresión y, sin libertad de expresión no existe la democracia en la que se supone que vivimos. Nuestro gobierno se esfuerza por mantener la fachada de una democracia. Con el paso del tiempo esa fachada se derrumba y les cuesta más trabajo poder arreglar ante los ojos de México y el mundo.

 

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