Carolina Zepeda
@carozpeda

“Vamos a hablar de trata, como usuarios” y “Ah, chinga, yo tengo derechos también, pero no como víctima”, fueron comentarios de los senadores del PRD, Luis Sánchez Jiménez y Fernando Mayans, en la sesión de la Cámara de Senadores, que se llevó a cabo el pasado jueves 27 de octubre. Sin saber que estaban con micrófono abierto, se burlaron de las víctimas de la trata de personas mientras admitían ser usuarios de actividades ilícitas de ese tipo (Vanguardia).

Según la ONU, la trata de personas es una de las redes criminales más grandes a nivel mundial. México ocupa el tercer lugar en América Latina, a su vez la trata de personas se encuentra en el segundo lugar en delitos de las autoridades en nuestro país.

Las víctimas son expuestas a la explotación sexual, al trabajo forzado y al abuso psicológico y, ¿esto es motivo de burla?

La trata es una violación a la integridad y derechos humanos de las personas. En el Programa Nacional para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas, la CNDH afirma que la casi nula denuncia de este delito sea debe a la actitud que toman las autoridades hacia las víctimas, fomentando la impunidad y la invisibilización de este problema.

El hecho de que estos comentarios vengan de funcionarios públicos es deplorable, triste y vergonzoso para nuestro país. Después de que el video fuera difundido en redes sociales, el senador Mayans ofreció una disculpa vía Twitter sin embargo, eso no hace desaparecer los comentarios ni el hecho de reconocerse como usuario. Ya se exige la renuncia de estos senadores por diferentes instituciones.

La trata de personas es una red que la mayoría sabemos que existe y sin embargo todo sigue igual.

Las víctimas dejan de ser reconocidas como seres humanos y empiezan a ser consideradas objetos de negocio, alguien que no tiene derechos y que puede ser ultrajada de la manera más denigrante posible para el placer, diversión y beneficio de terceros. Se necesitan tomar medidas más drásticas para la prevención de este problema.

Para poder erradicar la trata tenemos que eliminar primeramente la impunidad. Si no se castiga a los delincuentes las víctimas nunca tendrán justicia. Si dejamos que todo siga por debajo del agua y lo mantenemos como un problema ajeno, la trata de personas seguirá ahí, entre nosotros.