Las marchas realizadas este lunes en la Ciudad de México, muestran a un gremio magisterial molesto, sin embargo, la manera impositiva del gobierno federal en pro de la defensa sin argumento sólido de su reforma educativa, han creado un clima polarizado entre las dos partes involucradas en este conflicto, pero que a su vez crean damnificados incuantificables que son los niños sin clases.

Es necesario que se amplíe el panorama del conflicto magisterial, al mismo tiempo de evitar un juicio de valor falto de argumento con respecto a lo que este asunto representa dentro de la clase trabajadora nacional, ya que posiblemente, lo que menos estamos observando, son la baja calidad laboral con la que los maestros de este país realizan su trabajo, esto sin contar, los salarios que no ayudan a la tranquilidad personal de los maestros.

En otros tiempos, la vocación magisterial era respetada, al punto de que el maestro formaba parte de la cúpula social en las ciudades de nuestro país, sin embargo, el día de hoy, el gobierno federal, apoyado de algunos medios de comunicación se han dedicado a marcar de forma negativa a los integrantes de dicho gremio y al mismo tiempo, se les desprestigia, sin poner a disposición de la opinión publica el fondo real de dicho conflicto laboral.

Si bien es cierto que los más afectados de toda ésta situación son los menores que se quedan varados en sus casas, también es notable que la inflexibilidad que muestran los funcionarios federales hacía con la causa de los maestros, se ha convertido en una batalla de poder, de imposición por dar a conocer a la sociedad en general que Nuño es el jefe y que sus decisiones son inamovibles e inapelables.

Me conflictúa de sobre manera, la forma en que la imposición de una reforma educativa que no maneja cambios en los programas educativos, mucho menos de las asignaturas que se dan en las escuelas públicas, hecho que demerita la defensa de dicha reforma peñista, pero que pretende dejar marca en la historia magisterial, pero al parecer para mal, ya que no demuestra que exista voluntad política para elevar el nivel educativo mexicano.

Mientras que el mundo avanza, en nuestro país estamos atorados con reformas que pretenden modificar los procesos de trabajo y jubilaciones de los docentes, más allá de rectificar el verdadero motivo histórico de la devaluación del sistema educativo nacional, ya que la mala planificación pedagógica no es corregida, pero la lucha en contra de la CNTE es endurecida día con día.

La actitud voluble del secretario de educación se convierte en motivo de preocupación, pues hace flagrante que los verdaderos motivos de esta reforma, tienen un trasfondo político, hasta el punto de que nos hace pensar que la verdadera razón de haber apresado a Elba Esther Gordillo, quien tuvo a raya a la CNTE, no fue más que para quitarla del camino y al mismo tiempo, un revanchismo político por haber apoyado a Calderón en 2006.

Los maestros lucen más desprotegidos que nunca, pues las plazas laborales se encuentran a merced de la aplicación de la evaluación realizada por la SEP y al mismo tiempo, al no levantamiento de los docentes en contra de su patrón.

Es irrefutable que México necesita un cambio de modelo educativo, sin embargo, lo que el gobierno encabezado por Peña Nieto está realizando, no es la solución, sino muy por el contrario, complica más el delicado entorno laboral de los maestros.

Nuño ha resultado ser un “Pequeño Hitler”. Iracundo y vengativo contra sus detractores, pero lo único que ha dejado entrever, es la incapacidad de negociación para revitalizar y mejorar a la educación nacional.