Peligros de una traición…

EL LADO BRUSCO

Fabricio Brusco

Existe una frase muy repetida que puede aplicarse en casi cualquier ámbito, dice: “no olvidarse de dónde vienes para no olvidarte de quién eres”, lamentablemente durante este mundial, Argentina y Brasil hicieron todo lo contrario a lo que indica esa sentencia, lo que nos lleva a que en unos días, vayamos a ver por apenas quinta vez en la historia, un mundial sin sudamericanos entre los cuatro primeros lugares.

En una tabla histórica de los mundiales, Brasil se encuentra en primer lugar y Argentina en cuarto. Ambos equipos llegaron hasta ese lugar de extremo prestigio para el futbol mundial, jugando un juego que los identificaba como únicos sobre el resto; esto iba más allá de las diferentes variantes tácticas. La Verde Amarela siempre se caracterizó por jugar con una alegría que rosaba la despreocupación, mientras la Albiceleste se situó ahí gracias al futbol de potrero, donde si había que embarrarse se hacía con tal de lograr el objetivo. El tercero en discordia en el futbol sudamericano se podría decir que es Uruguay, una selección con pocas participaciones sobresalientes en los últimos 60 años y que en esta tabla histórica se ubica en el noveno lugar, pero que más allá de eso, nunca abandonó ese estilo que tanto les pertenece, el de “la garra charrúa”.

Entre estos tres países ganaron nueve mundiales, un número cercano la mitad de los disputados hasta el momento (21 contando la edición actual) por lo que uno pensaría que los que tienen que cambiar el planteamiento para ganar son los que juegan contra ellos, no al revés.

Este mundial, Argentina y Brasil se traicionaron a ellos mismos, traicionaron su estilo, traicionaron a sus formas para terminar convirtiéndose en dos selecciones europeas más, el problema, es que en esta transformación perdieron eso que los hacía diferentes, que los hacía impredecibles. Se terminaron convirtiendo en dos selecciones muy “robotizadas”, sin capacidad de sorprender, con un juego en el que los jugadores no se sentían cómodos y con el que su público más allá de momentos puntuales, nunca se sintió identificado.

Todo esto que dejaron de hacer Argentina y Brasil, sí lo hizo Uruguay, que con varios jugadores de un nivel probablemente inferior al de su rival en turno, respetaron su esencia hasta último momento, peleándola hasta que existiera una mínima chance, tal como indica “la garra charrúa”. Esto hace que más allá del resultado, la gente se sienta identificada y satisfecha por el papel de su selección.

Si Brasil, Argentina o cualquier selección latinoamericana quieren ser campeonas, tienen que dejar de ver cómo los equipos del otro lado del charco se hicieron exitosos, dejar de traicionar esa esencia que los hizo triunfar, dejar de querer copiar todo lo que se hace allá y empezar a darse cuenta que el contexto de un Continente y el otro son diferentes, por lo que copiar lo de allá no necesariamente funcionará en otro lugar. Hay que analizar qué es lo que nos hace distintos a ellos, para desde ese lugar, sacar las fortalezas que te puedan llevar a ser campeón del mundo.

@bruscofabricio

 

0 Comments

Leave a Comment

Login

Welcome! Login in to your account

Remember me Lost your password?

Don't have account. Register

Lost Password

Register