Primero lo primero y después lo de más

Israel Quiñones
@IsraelQDigital

Valdría la pena revalorar el contexto en que se presenta la sucesión presidencial de Estados Unidos, misma que de manera directa afecta a México, con esto, la temática que envuelve a la problemática nacional se agudiza, al mismo tiempo en que los temas como la corrupción, Ayotzinapa, Tlatlaya y la inseguridad heredada por Felipe Calderón continúan inconclusos. Es por ello, que el 2018 se encuentra demasiado cerca, asunto que debilita más la imagen del Presidente Peña y hasta cierto punto lo anula del mapa del poder político nacional.

Mientras que en el norte de la frontera Trump insiste en llenar su gabinete de extremistas radicales de la derecha, en Perú el presidente Peña intenta de forma casi desesperada posicionar al gobierno mexicano ante las amenazas interpuestas durante la campaña electoral de la vecina nación del norte, en la que el mismo Trump resultó victorioso.

Los posicionamientos no bastan ante la realidad que envuelve al país, sin embargo, la intentona de Peña de mostrar algo en un foro de carácter internacional nos demuestra la necesidad de reacomodo que el gobierno mexicano quiere plasmar ante la inminente actitud negativa del próximo gobierno norteamericano, mismo que con una política aislacionista pretende resarcir al interior de su país la grave crisis económica que fue producto de los malos manejos durante las dos administraciones de Geroge W. Bush.

Mientras que el mundo se encuentra en el umbral de un reacomodo geopolítico, social y económico, en México, las cosas no demuestran tener un ápice de voluntad política para solucionar los aspectos que más han afectado al país. Ayotzinapa, continúa en un bache causado por las mismas autoridades y aunque la CIDH y su presidente James Cavallaro han intentado impulsar el proceso de la verdad, no tenemos claro a quien quieren proteger las autoridades mexicanas en un proceso plagado de irregularidades jurídicas que no apuntan a ningún lado.

Por otro lado, tenemos la debacle económica que más que encontrar una solución, pareciera que se agudiza cada día más, al tiempo de que la pasividad de los secretarios inmiscuidos en la implementación de políticas económicas se agrava, dejando al desarrollo económico mexicano incrustado en un agujero angosto y profundo, del cada día se ve más complicado salir.

Las cosas no se vislumbran sencillas y por si todo lo anterior fuese poco, los aspirantes presidenciales comienzan la carrera con una autentica guerra de declaraciones, soportadas con una estratagema publicitaria con mucho recurso, pero sin ideas claras de lo que realmente necesita está nación, además, de la utilización de las redes sociales, campo en el que la batalla electoral anuncia, tendrá un desenvolvimiento brutal con el bombardeo de mensajes electorales y no tanto políticos, pues ambos conceptos son bastante distintos.

Pareciera que la solución de los problemas económicos, sociales y políticos son exclusivos de los institutos partidistas, sin embargo, la proliferación de los conflictos han nacido desde la misma implantación de política incorrectas, pues una sociedad como lo es la nuestra, se encuentra en medio de un despertar de conciencia excepcional, asunto que no es menor y que nos muestra una serie de características propias de la idiosincrasia nacional que nos lleva a no estar atados a los procesos de los Estados Unidos, pero al parecer, los gobiernos de este país no lo ven igual.

La simbiosis que existe entre la economía mexicana y la estadounidense no es reciproca, pero existe una negación del estado mexicano, que le obliga a mantenerse atado a las condiciones emitidas desde el norte. Vale la pena recordar que hasta el mismo Porfirio Díaz, buscó la manera de desligarse de la economía norteamericana, volcando el comercio a Europa y quizá al día de hoy mirar hacia Asia o a América Latina sería una buena forma de desligarse del aislacionismo que Trump pretende imponer en Estados Unidos.

Mientras que los problemas sociales, económicos y políticos que imperan en nuestro país y que emanen del estado no sean resueltos con mesura y verdadera convicción por la verdad, el desarrollo (en todas sus aristas) no será posible. Se debe comenzar por solucionar lo que tenemos frente a nosotros y que a su vez emana de nosotros, ya que de está manera se dará la verdadera oportunidad de crecer en todos los aspectos que una nación digna puede hacerlo.

 

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