Gabriel Páramo
@lavacadiablo

Si bien insisto en que, sin importar el resultado de las elecciones en Estados Unidos, el nuevo presidente de ese país no gobernará en interés de México, también creo que algunos mandatarios pueden ser mucho peores para nosotros que otros.

Decir que Trump será perjudicial para México es, más que lugar común, una obviedad. Claro que lo será, al igual que para los estadounidenses y el mundo, lo que de ninguna manera significa que Clinton hubiera sido buena (aunque tal vez, no tan mala).

Sin embargo, el triunfo de Trump en Estados Unidos no debería ser tan sorpresivo, al igual que el retorno de gobiernos autoritarios e ineptos en todo el mundo, y el fervor popular cada vez en aumento por banderas fascistas como el ultranacionalismo, el racismo, la xenofobia, el machismo.

Durante muchos años, neoliberales y otros derechistas han estado imponiendo no solo sus ideas, sino su vocabulario y sus categorías mentales, de tal manera que, para millones de personas, palabras como revolución, pueblo, trabajadores, justicia social, derechos o igualdad se han convertido en malas palabras, en ideas que deben esconderse, olvidarse.

En nuestro mismo México, tratar de explicar el populismo a alumnos universitarios se convierte en algo casi imposible, pues ellos reaccionan peor que si estuvieran escuchando una blasfemia durante una procesión en la edad media. Cierran sus oídos y sus mentes a cualquier explicación posible y repiten: “es malo, es malo, es malo”.

Y en ese costal de populismo-mala palabra, meten dar de comer a los pobres, la solidaridad social, el trabajo en común, pues están acostumbrados a la competencia, a sacar provecho, a la ventaja. Con estas ideas, en Estados Unidos una gran cantidad de gente votó por un discurso simplista y violento; en México también, al igual que en casi todo el mundo.

Algunos dicen que entre los chinos era común la maldición: “Que te toque vivir tiempos interesantes”. Muy probablemente, esta maldición nos haya alcanzado a todos.