El gran misterio de la Pirámide de la Luna

"Nos encontramos frente a un nuevo ombligo de la ciudad, frente a un nuevo centro cósmico". / Foto: Internet

MEXICO (Xinhua).- Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) encontraron en la zona arqueológica de Teotihuacán lo que consideran un nuevo “centro cósmico”, que podría simular un paisaje lunar repleto de cráteres.

El INAH informó que el hallazgo se realizó luego de que los especialistas exploraron por primera vez las entrañas de la Plaza de la Luna, en la antigua ciudad de Teotihuacán, a unos 80 kilómetros del centro de la Ciudad de México.

Este posible paisaje lunar se compone de fosas en cuyo interior se hallan estelas lisas de piedra verde, conductos en el centro de este espacio que marcan los rumbos del universo y una serie de horadaciones que contenían cantos de río, un código simbólico que los antiguos teotihuacanos elaboraron en las primeras fases de la urbe, hace 1.900 años.

“Nos encontramos frente a un nuevo ombligo de la ciudad, frente a un nuevo centro cósmico”, aseveró la directora del proyecto de investigación, Verónica Ortega Cabrera.

Los arqueólogos indagan en el corazón de la Plaza de la Luna, un sector de suma importancia dentro de la antigua metrópoli, en el que desemboca, al norte, la Calzada de los Muertos, el gran eje del espacio sagrado de la gran ciudad del Altiplano Central.

Las excavaciones se han enfocado frente al Edificio Adosado de la Pirámide de la Luna, en la llamada Estructura A, un patio cerrado de 25 metros por lado y con 10 pequeños altares dentro de él.

Las tareas, explicó el INAH, intentan indagar en lo que yace en el subsuelo de esta edificación, en busca de los orígenes del espacio ritual de la Plaza de la Luna, y que debió ser muy distinto a lo que ahora ve el visitante.

El proyecto de investigación coordinado por Verónica Ortega comenzó en 2015 con cinco meses de trabajo, y este año se prolongan desde inicios de abril hasta fines de julio próximo.

El hallazgo de las primeras fosas en el subsuelo de la Estructura A (que contiene varias divisiones internas, formando cinco partes) se suscitó con la excavación de pozos de sondeo para identificar la secuencia constructiva de esta sección de la plaza.

Años atrás, el arqueólogo Otto Schöndube dijo que la Estructura A tenía una planta que semejaba a un “quincunce” o “cruz teotihuacana”, que está asociada a un orden cosmológico, pero no había más elementos para entender esto.

“Cuando hallamos estas fosas y las estelas de piedra verde empezamos a generar la idea de que, efectivamente, fue un espacio con una carga simbólica que une la parte subterránea, el inframundo, con el plano celeste”, detalló Ortega.

Hasta el momento se han ubicado cinco estelas completas dentro de fosas, un par de ellas juntas, pero no se descarta que se hallen más en futuras excavaciones.

Las alturas y pesos de las estelas varían de 1,25 a 1,50 metros, y de los 500 a los 800 kilos, y se posan en espacios de 60 centímetros y entre 3,50 y 4 metros de profundidad.

De acuerdo con Verónica Ortega, las fosas dentro de las que están debieron ser excavadas desde las primeras etapas de la ciudad, alrededor del año 100 d.C., justo en el momento en el que se edificaba la Pirámide del Sol, y cuando se levantaba la primera etapa constructiva de la Pirámide de la Luna.

Este sistema de fosas debió perdurar al menos 500 años, porque hay evidencias (rellenos de material cerámico) de que, alternativamente, fueron abiertas y selladas.

También es probable que las estelas dispuestas en su interior originalmente estuvieran en alguno de los templos que coronaban los basamentos de la plaza, “y que en un momento dado, los teotihuacanos decidieron darles un espacio final. Las estelas eran usadas para sacralizar el espacio o legitimar el poder asignado a las deidades”.

“Aunque tenemos un contexto aún por comprender en su totalidad, este nos habla de la importancia de la piedra verde y de su vinculación con las deidades acuáticas, aquí (en la Plaza de la Luna) se han encontrado las esculturas más grandes de la diosa de la fertilidad Chalchiuhtlicue, y es probable que el culto en este lugar estuviera íntimamente relacionado con ella”, expuso Ortega, también subdirectora de la Zona Arqueológica de Teotihuacán, como hipótesis.

El equipo del INAH tuvo la oportunidad de ampliar las excavaciones hacia el centro de la Plaza de la Luna, y se percató de que toda la superficie tiene modificaciones, previas al piso final.

“Hay una gran cantidad de oquedades, es probable que como parte de un programa simbólico, ceremonial, ritual, la gente llegara a este espacio abierto y depositara cantos de río en estas horadaciones, tal vez en una idea de propiciar la fertilidad”.

CANALES ASOCIADOS AL ALTAR CENTRAL DE PLAZA DE LA LUNA

Otro hallazgo relevante fue la ubicación, a escasos 10 centímetros de profundidad, de dos canales asociados al altar central de la Plaza de la Luna. Verónica Ortega anotó que estos conductos tenían igualmente una función simbólica y no como desagüe.

Ambos parten respectivamente de las escalinatas norte y sur del altar, hacia esos puntos cardinales, y alcanzan una longitud de 25 metros, abarcan entre 1,50 y 2 metros de ancho, con una profundidad de hasta 3 metros.

Salvo las excavaciones hechas en la Pirámide de la Luna y en el Conjunto del Quetzalpapálotl, estas son las únicas exploraciones realizadas en la Plaza de la Luna, porque los trabajos encabezados por el arqueólogo Ponciano Salazar, en los años 60, estuvieron abocados a la liberación y restauración de los edificios de este espacio.

“Por primera vez se sabe que el espacio abierto no necesariamente está vacío de evidencia arqueológica. En general, los espacios públicos de Teotihuacán, la Ciudadela y las plazas de las Pirámides del Sol y la de la Luna, tuvieron un simbolismo más allá del que vemos al final como un programa arquitectónico, urbanístico. Tal vez para sacralizar esos espacios hicieron este tipo de modificaciones. En verdad hay todo un inframundo por conocer”, profundizó.

Arqueólogos, arquitectos, restauradores y diseñadores industriales forman parte del Proyecto Estructura A, Plaza de la Luna, cuyo objetivo primordial es contar en un mediano plazo con un mapa completo de toda esta zona y con dataciones precisas de su secuencia ocupacional, lo que incluye estudios de arqueomagnetismo con la colaboración de expertos del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

 

Enrique Cárdenas207 Posts

Fundador de Reforma y de exitosas páginas online de los medios El Universal, Televisa y Excélsior. Pionero en el periodismo digital.

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