El campeón perfecto.

EL LADO BRUSCO

Fabricio Brusco

Francia jugó como a cualquiera le gustaría que juegue su equipo en un mundial: dominando cada faceta del juego. Fue ese equipo pragmático que supo adaptarse a las diferentes variables que se le presentaron en cada uno de sus partidos, siendo siempre superior a sus rivales.

Cuando Francia se vio abajo en el marcador contra Argentina, supo golpear en el momento justo; cuando Francia tuvo que aguantar el resultado contra Bélgica no dudo en retroceder un poco y aguantar el resultado; cuando Francia tuvo que arriesgar en una final del mundo para conseguir más goles, arriesgó. Francia hizo lo que sus diferentes partidos pedían en el momento justo y adecuado; incluso cuando las circunstancias de su grupo se daban para no arriesgar, Francia supo firmar el único empate a cero goles que tuvo el mundial.

Lo más reconfortante de este triunfo francés es que lo consigue con jugadores jóvenes, hambrientos de gloria y con una gran calidad técnica, dejando a un lado el mito de que para ganar se necesita operar con jugadores de “experiencia”, cuando la realidad es que para ser campeón lo que se necesita son grandes jugadores, que sin importar su edad, conformen un gran equipo.

Esos mismos jugadores jóvenes salieron sin miedo, salieron a ganar el partido, salieron a ser campeones del mundo. Lo lograron, y lo hicieron quedando en la historia como la cuarta selección con el promedio de edad más bajo en ganar la Copa del Mundo y con el segundo jugador más joven en anotar en una final de un mundial: Mbappe (19 años), que queda solo por detrás de nada más y nada menos que Pelé.

Podemos hablar de una selección con grandes individualidades como la velocidad de Mbappe, la sencillez para jugar de Kanté, la claridad de Griezmann o la seguridad defensiva que trasladaban en cada jugada Varane y Umtiti, pero sin lugar a dudas, lo que más destacó de esta selección fue su juego compacto, donde cada jugador tuvo claro cuál era su rol en cada momento de los diferentes partidos, sabiendo que ningún jugador era más importante que otro y que si querían terminar como campeones, iban a necesitar la mejor versión de cada uno de ellos.

Francia es campeón y abre paso a una nueva generación de futbolistas, una generación que a una corta edad está consagrada con el máximo título al que puede aspirar cualquier jugador. Si Didier Deschamps logra que estos jugadores mantengan esta hambre de gloria y continúen creyendo en su proyecto, Francia va a seguir en los primeros planos por un largo tiempo.                      @bruscofabricio

 

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