Voto devaluado

De la dictadura perfecta pasamos a la partidocracia rampante, en la que el bienestar ciudadano es la última de las preocupaciones... / Foto: Cuartoscuro

Y nos quejamos -con toda razón- de la devaluación del peso, mientras la pérdida de valor de la principal divisa de la democracia, el voto, se encuentra en sus niveles más bajos como moneda de cambio de la confianza que otorga el ciudadano a la clase política.

El “sufragio efectivo, no reelección”, lema con el que el régimen post revolucionario se sostuvo por más de 80 años en el poder -sin necesidad de reelegir a una misma persona-, dio pie a lo que atinadamente Vargas Llosa, llamó “la dictadura perfecta”.

Y la mentada “alternancia” en el poder, a inicios del nuevo siglo, que nos dio la esperanza de un verdadero “avance democrático”, resultó un fiasco y acaso una simulación, que fue la antesala del regreso de los oligarcas, corregidos, aumentados y fortalecidos.

La clase política en México está cortada con la misma tijera, los del PRI que han mutado en perredistas y morenistas, los del PAN que se mimetizaron con ellos en la medida que fueron accediendo al poder, mientras que el resto de los “institutos políticos” son creaciones de grupos específicos que se venden al mejor postor y solo buscan vivir de nuestros impuestos.

De la dictadura perfecta pasamos a la partidocracia rampante, en la que el bienestar ciudadano es la última de las preocupaciones en la voracidad de estos grupos de alcanzar un puesto de gobierno o una mayoría en cualquier legislatura estatal o federal.

Las elecciones hoy solo sirven para “legitimar” el reparto del poder, -sin olvidar los multimillonarios recursos que se reparten en cada ‘fiesta democrática’, mientras más de la mitad de la población cabalga en las fauces de la miseria y el hambre.

Los candidatos son los mismos sujetos que ya se han enriquecido en diversas posiciones. No hay un avance cualitativo en los relevos de gobierno. Al que se va, generalmente le sucede otro igual o peor.

El mejor intencionado es devorado por la fuerza de un sistema corrupto y arrastrado por la maquinaria de un régimen construido y pensado para mantenerse vigente. Quien cae en ese “remolino” será seguramente engullido.

Los “mesías”  surgidos de esas mismas filas que se ofrecen hoy como falsos profetas de tiempos mejores, son todavía más peligrosos por su hambre de poder y su resentimiento y sed de venganza contra quienes no les dieron la oportunidad de encabezar ese régimen, pero que han vivido de él.

La figura de las candidaturas independientes es una ‘concesión graciosa’ de la clase política, que ahora utilizarán como “válvula de escape” para llegar a esos mismos puestos como verdaderos “lobos con piel de oveja”. Los pocos que lleguen a un puesto con esa legítima calidad, serán avasallados por la fortaleza del sistema.

La lucha armada no es una opción, pues la violencia y muerte dan al traste con el progreso que han construido los ciudadanos de bien, que durante generaciones han creído en la ley y las instituciones.

La historia nos ha demostrado que las revoluciones armadas solo conducen a crear nuevas clases privilegiadas o llevan otros estados dictatoriales, como ocurrió en Cuba.

Mi verdadera expectativa es que en pleno Siglo XXI, el activismo de la sociedad exija y consiga un cambio en las maneras de gobernar con medidas efectivas.

Podríamos empezar con poner fin al financiamiento público a los partidos, que despiertan la codicia de grupos sociales que se convierten en partidos por ser un negocio redondo.

El dinero público no ha impedido que los “institutos” políticos se aparten de intereses oscuros, como ha sido el argumento para mantener a estos grupos de parásitos sociales por la cantidad de recursos desperdiciados en ellos.

Señalar a los malos gobernantes (como ya se hace en redes sociales) y exigir el marco legal para echarlos de su puesto, además de exigir el fin de la impunidad de los malos servidores públicos y hacer obligatoria la participación de las grandes decisiones mediante la consulta y referéndum.

Quiero pensar que no todo está perdido en este país y que los mexicanos somos capaces de alcanzar una real, -aunque no perfecta democracia-, de la que realmente, aún estamos lejos de tener a pesar de lo que digan nuestros lamentables políticos.

 

Jorge Urzua1558 Posts

Periodista con 30 años de experiencia en medios electrónicos, con especial predilección por la radio, pero fascinado con las posibilidades que hoy ofrecen las nuevas tecnologías de la información.

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