Ética en los discursos e inmoralidad en los hechos

Jesús Pérez Loza
@jesusperezloza

En México, los gobernantes y los políticos han impuesto en su retórica, la obligación de hablar de ética o moralidad, en todos sus discursos y mensajes. Esta actitud o disciplina, tiene como propósito el de tratar de legitimar su comportamiento cotidiano, bien para el desempeño de un cargo público, o bien para intentar explicar, que siguen un camino honesto en su ascenso al ejercicio del poder.

El matiz de ética con que se maquillan los discursos de quienes no tienen honestidad en su conducta cotidiana, es lo que más molesta a los gobernados y ciudadanos, porque se trata de una mentira que se exhibe con cinismo y sin recato alguno.

Este proceder de gobernantes y políticos, lo observamos en todos los niveles y especialidades del ejercicio del poder: presidente de la República, secretarios de Estado, ministros de la Suprema Corte de Justicia, senadores, diputados federales, legisladores locales, presidentes municipales, regidores, procuradores de justicia, jueces, agentes del Ministerio Público, etc.

Alguna vez, en los tiempos de la Grecia clásica, antes de Jesucristo, el discípulo más brillante de Sócrates, que fue Platón, cuyo verdadero nombre era Aristocles, refiriéndose a la actividad pública, propuso que deberían de gobernar a la colectividad los filósofos, entendiendo por éstos, a los más sabios y justos. Y, claro, esas dos cualidades de sabios y justos, implícitamente contienen las virtudes y aptitudes que debe tener un gobernante de excelencia, entre las que son imprescindibles la ética y la verdad, entendiendo esta última, como la coincidencia del pensar con el obrar.

De lograrse esta utopía: de tener gobernantes y políticos de excelencia, aquí en México, no habría presos políticos, no se vendería la justicia al mejor postor, las leyes ya no se promulgarían para dañar a los ciudadanos. No habría inocentes en las cárceles. No se enriquecerían ni los presidentes de la República, ni los presidentes municipales. Los diputados dejarían de ser súbditos del presidente.

Asimismo, los gobernadores, ya no serían virreyes o caciques, ni tendrían que huir con el botín al final de su sexenio.

lic_perezloza@hotmail.com

 

1 Comment

  • Jesús Gutiérrez Reply

    25 noviembre, 2016 at 5:33 pm

    Esa parte donde dice que “los diputados dejarían de ser súbditos del presidente” la entendería muy bien en los tiempos de CSG y anteriores; desde EZP y mas aún con VFQ el presidente perdió peso para dejarlo en las cámaras; ahora incluso los diputados, que no entienden que su labor es legislar, tienen la ‘facultad’ de ejercer presupuestos de entre 20 y 200 millones al año; es su forma de buscar el protagonismo e intentar buscar la reelección que ellos mismos se han legalizado

     

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